Bolaño, dialoga poéticamente a la contra con París (Texas)

... por el olor medicinal de los eucaliptos,

por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,

por el olvido, que anula o modifica el pasado,

por la costumbre,

que nos repite y nos confirma como un espejo,

por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,

por la noche, su tiniebla y su astronomía.

por el valor y la felicidad de los otros, ...


Fragmento de "Otro poema de los dones"

Jorge Luis Borges

(1899–1986)

El otro, el mismo (1964)

Poema que dio origen al titulo y al libro ""Por el olvido" de Aitor Saraiba y Paula Bonet.

Un libro donde habita el ser y estar de Roberto Bolaño.




Hoy termina el mes de agosto. Terminan las vacaciones de verano. De este verano que ha sido el durante el coronavirus. Seguimos dentro de la pandemia. No vemos al virus, pero convive en nuestro alrededor. 

Hoy compartimos a Roberto Bolaño. Roberto fue, es y será fundamentalmente un poeta. Un muy buen poeta. Para mi es ante todo un excelente lector de poesía, que vivió como un poeta. La Poesía era su gran sueño.

Durante cientos de horas de estos dos meses he releído poesía, he leído poesía desconocida y he saltado de oca en oca en el tablero de la Literatura. Bolaño te lleva al surrealismo, saltas de Rimbaud el buscador de silencios a Baudelaire el gran paseante, de la anti poesía de Parra a los misterios  de los verbos de E.A. Poe. De su mano he recorrido el gran Atlas de la Literatura. Y prosigo.

Su vida, su proceso, todo lo que pasaba en su vida se volcaba en sus libros. Ficción-realidad, juego, desafío, inteligencia, dolor, amor, muerte...Una road movie o acaso la tristeza de la vida.

El viaje de B. fue universal y leímos el mundo gracias a su nuevo mapa de carreteras donde los límites de la novela, de la ficción y de la poesía están difusos. Y no pasa nada. El mapa es mestizo, la ficción por si sola ya no sirve como lectura para caminar por el infinito camino de la Literatura. La mirada, eso sí, debe ser despojada de prejuicios. Los moldes se rompen y no deslegitiman lo realizado hace siglos. Dúos, tríos, fragmentos, o referentes canónicos o no, B está al margen de todo. Rechaza todo para reescribirlo todo. Inconmensurable en su arrojo desde la belleza, desde SU belleza, siempre contemporánea.  

Sus novelas son transgénero, narración y pensamiento, relato y ensayo, texto y crítica, ficción y reflexión, resultan inseparables, suponen encrucijada. "Un artefacto"  donde respiramos lo oral, lo clásico, la vanguardia, lo sucio, lo sugerente... en ellas se mezclan citas de poemas, de novelas, escritores con pseudónimos que pululan por todas sus novelas y cuentos, reencontrándose en capítulos que se comunican por galerías laberínticas del submundo que construyó: el del dolor, la violencia y la dictadura en Sudamérica. 

Chile le dolía. Por eso era latinoamericano; no era español, ni mejicano, ni chileno, era un habitante de Latinoamérica.  íntimo y nómada. Su poesía y su narrativa son como su vida, un cajón donde todo se ha ido mezclando, y lo vamos  descubriendo entre sus  fascinantes compartimentos. 

Como en el film de W. Wenders "París-Texas" descubres poco a cual es el aspecto real de las cosas. Ese desierto fronterizo Méjico-EEUU con, ese silencio tan abrasador como el sol que nunca calla. El abrasador desierto de Sonara con huesos, gritos y mujeres violadas. Desiertos del dolor. 

Se escucha hablar un bello español latinoamericano (casi cantado) mezclado con ese inglés  tan duro, tan norteamericano. Esas escenas que mezclan en una grabación de super 8 amnesia, dolor, pasado, futuro imposible y presente. Un reencuentro que no es completo. Un cristal que separa el pasado del futuro que jamás se llegarán a reencontrar. Una herida abierta que sangra tras el cristal. Al final entiendes que París está en Texas. No era el viaje a París (France) que nos anunciaba el título de la película. Un guiño más en este juego del arte. En la película de Wenders, como en los libros de Roberto, los espacios casi nos expulsan en vez de acogernos. La soledad  gravita como gran tema de nuestra época. 



París, Texas (Wim Wenders), escena super-8 completa


Amor platónico - Jóvenes y Sexys
Soundtrack de la película "Rudo y Cursi"

Patti Smith: Poem about Arthur Rimbaud (Subtitulado)


Mucha de su poesía, fue marginal, editada en revistas minoritarias. Tras su precipitada muerte, se han publicado varios volúmenes póstumos: 

2.007 - La Universidad Desconocida

2.018 - Poesía reunida

que junto a Tres - 2.003 y Los perros románticos - 1.993 constituyen el grueso de su obra.


Me gusta, me sacude, esa  violencia que transpiran sus versos. Su dulzura amarga. Su sinceridad y descarno. Su tremendo mundo personal donde cabe todo sin prejuicios. Sus poemas hulen a noche de silencio y tabaco, a epístolas largas repletas de recuerdos, a literatura de los grandes, a acentos mezclados, a un futuro que le corría prisa. Era su territorio mas íntimo. 

Hemos olvidado que existe una gran literatura del finales del XX y del XXI de esa Latinoamérica sangrante, desértica, repleta de olvidados, de violaciones, de postdictaduras sangrantes. Repleta de perdedores, de dolor con nombre de viudas y huérfanos. Purita verdad. A Roberto le duele la vida, le asquea, y convierte esa bilis en humor negro. Un humor que pringa todo lo que toca. Tomar partido desde la idea de que todo está vivo. Simbolismo, crudeza, frío, patetismo e ironía. Osarios del desierto, juventud perdida, derrota como objetivo.


Poemas seleccionados  

  

Los perros románticos


En aquel tiempo yo tenía veinte años

y estaba loco.

Había perdido un país

pero había ganado un sueño.

Y si tenía ese sueño

lo demás no importaba.

Ni trabajar ni rezar

ni estudiar en la madrugada

junto a los perros románticos.

Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.

Una habitación de madera,

en penumbras,

en uno de los pulmones del trópico.

Y a veces me volvía dentro de mí

y visitaba el sueño: estatua eternizada

en pensamientos líquidos,

un gusano blanco retorciéndose

en el amor.

Un amor desbocado.

Un sueño dentro de otro sueño.

Y la pesadilla me decía: crecerás.

Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto

y olvidarás.

Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.

Estoy aquí, dije, con los perros románticos

y aquí me voy a quedar.


Ernesto Cardenal y yo


Iba caminando, sudado y con el pelo pegado

en la cara

cuando vi a Ernesto Cardenal que venía

en dirección contraria

y a modo de saludo le dije:

Padre, en el Reino de los Cielos

que es el comunismo,

¿tienen un sitio los homosexuales?

Sí, dijo él.

¿Y los masturbadores impenitentes?

¿Los esclavos del sexo?

¿Los bromistas del sexo?

¿Los sadomasoquistas, las putas, los fanáticos

de los enemas,

los que ya no pueden más, los que de verdad

ya no pueden más?

Y Cardenal dijo sí.

Y yo levanté la vista

y las nubes parecían

sonrisas de gatos levemente rosadas

y los árboles que pespunteaban la colina

(la colina que hemos de subir)

agitaban las ramas.

Los árboles salvajes, como diciendo

algún día, más temprano que tarde, has de venir

a mis brazos gomosos, a mis brazos sarmentosos,

a mis brazos fríos. Una frialdad vegetal

que te erizará los pelos.



Versos de Juan Ramón


Malherido en un bar que podía ser o podía no ser mi victoria,

como un charro mexicano de finos bigotes negros

y traje de paño con recamados de plata, sentencié

sin mayores reflexiones la pena de la lengua española. No hay

poeta mayor que Juan Ramón Jiménez, dije, ni versos más altos

en la lírica goda del siglo XX que estos que a continuación recito:

Mare, me jeché arena zobre la quemaúra.

Te yamé, te yamé dejde er camino... ¡Nunca

ejtubo esto tan zolo! Laj yama me comían,

mare, y yo te yamaba, y tú nunca benía!

Después permanecí en silencio, hundido de quijada en mis fantasmas,

pensando en Juan Ramón y pensando en las islas que se hinchan,

que se juntan, que se separan.

Como un charro mexicano del infierno, dijo horas o días más tarde

la mujer con la que vivía. Es posible.

Como un charro mexicano de carbón

entre la legión de inocentes.


Las enfermeras


Una estela de enfermeras emprenden el regreso a casa. Protegido

por mis polaroid las observo ir y volver.

Ellas están protegidas por el crepúsculo.

Una estela de enfermeras y una estela de alacranes.

Van y vienen.

¿A las siete de la tarde? ¿A las ocho

de la tarde?

A veces alguna levanta la mano y me saluda. Luego alcanza

su coche, sin volverse, y desaparece

protegida por el crepúsculo corno yo por mis polaroid.

Entre ambas indefensiones está el jarrón de Poe.

El florero sin fondo que contiene todos los crepúsculos,

todos los lentes negros, todos

los hospitales.


Musa


Era más hermosa que el sol

y yo aún no tenía 16 años.

24 han pasado

y sigue a mi lado.

A veces la veo caminar

sobre las montañas: es el ángel guardián

de nuestras plegarias.

Es el sueño que regresa

con la promesa y el silbido.

El silbido que nos llama

y que nos pierde.

En sus ojos veo los rostros

de todos mis amores perdidos.

Ah, Musa, protégeme,

le digo, en los días terribles

de la aventura incesante.

Nunca te separes de mí.

Cuida mis pasos y los pasos

de mi hijo Lautaro.

Déjame sentir la punta de tus dedos

otra vez sobre mi espalda,

empujándome, cuando todo esté oscuro,

cuando todo esté perdido.

Déjame oír nuevamente el silbido.

Soy tu fiel amante

aunque a veces el sueño

me separe de ti.

También tú eres la reina de los sueños.

Mi amistad la tienes cada día

y algún día

tu amistad me recogerá

del erial del olvido.

Pues aunque tú vengas

cuando yo vaya

en el fondo somos amigos

inseparables.

Musa, a donde quiera

que yo vaya

tú vas.

Te vi en los hospitales

y en la fila

de los presos políticos.

Te vi en los ojos terribles

de Edna Lieberman

y en los callejones

de los pistoleros.

¡Y siempre me protegiste!

En la derrota y en la rayadura.

En las relaciones enfermizas

y en la crueldad,

siempre estuviste conmigo.

Y aunque pasen los años

y el Roberto Bolaño de la Alameda

y la Librería de Cristal

se transforme,

se paralice,

se haga más tonto y más viejo

tú permanecerás igual de hermosa.

Más que el sol

y que las estrellas.

Musa, a donde quiera

que tú vayas

yo voy.

Sigo tu estela radiante

a través de la larga noche.

Sin importarme los años

o la enfermedad.

Sin importarme el dolor

o el esfuerzo que he de hacer

para seguirte.

Porque contigo puedo atravesar

los grandes espacios desolados

y siempre encontraré la puerta

que me devuelva

a la Quimera,

porque tú estás conmigo,

Musa,

más hermosa que el sol

y más hermosa

que las estrellas.


"Los perros románticos"

Poemas, 1.980-1.998

Roberto Bolaño

Presentación de Pere Gimferrer

Editorial Acantilado, Barcelona, 2.006


Roberto Bolaño Ávalos  (Santiago de Chile, 28 de abril de 1.953-Barcelona, 15 de julio de 2.003)​ fue un escritor y poeta chileno, autor de más de dos decenas de libros, entre los cuales destacan sus novelas Los detectives salvajes, ganador del Premio Herralde en 1.998 y el Premio Rómulo Gallegos en 1.999, y la póstuma "2666".

Chileno de Santiago, boletero de una línea de autobuses, futbolista disléxico, asiduo visitante de bibliotecas, vendedor de lámparas de la virgen de Guadalupe, solitario, casero, tímido, autostopista, fundador del movimiento infrarrealista, enfermo de tantas cosas, emigrante, habitante en Catalunya, tomador de café, peatón de la Gran Historia de la Literatura, vigilante nocturno de camping, padre, vendedor de bisutería en Blanes, conversador incansable.

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