Kavafis camina entre higos agostizos

"Tal vez sea en la esfera de esa marginalidad donde la poesía cavafiana nos entregue su brillo más sincero. En la siempre lejana Alejandría, la capital del Imperio Helenístico, el centro alejado de ese otro más antiguo centro que fue Atenas, podemos encontrar el símbolo y la constatación de que todo centro es, al cabo, una utopía, de que la vida se mueve en los arrabales y en el extrarradio. Los filólogos alejandrinos quisieron también ser poetas, pues pensaron que habían descifrado el mecanismo del poema, y creían que era posible habitar ambos mundos, el de la filología y la poesía, a un tiempo. Sus versos fueron artificiales y descreídos, signo de una decadencia y un cansancio que, paradójicamente, también estaba dando origen a algo nuevo. Fue necesario que cayeran los siglos, uno tras otro, para encontrar en esa misma urbe alejandrina, con muchísimo retraso, al postrero, al más puro de los poetas alejandrinos. Todo lo que era artificio en sus precedentes, la pátina del tiempo y de la historia lo trastocó en verdad a través de la poesía de Cavafis . Los epígonos de éste, en diversas épocas y lugares, naturalmente, sólo se quedaron con la superficie, con las estatuas, los templos, las túnicas de los efebos, la exaltación de un pasado irreal y un paganismo de guardarropía"

Texto de Juan Manuel Macías,  Prologuista  y traductor, escritor y helenista  del tomo "Poesía completa de Cavafis"  reúne los ciento cincuenta poemas canónicos que fueron editados por Rica Sengopoulou, heredera del autor, así como las setenta y ocho composiciones publicadas más tarde por Giorgos Panu Savidis. Se agregan tres textos en prosa. Las piezas figuran en versión bilingüe y son presentadas por orden cronológico. Los datos biobibliográficos que el filólogo Vicente Fernández González aporta en su epílogo completan un libro excepcional.

ANTONY AND THE JOHNSONS - YOU ARE MY SISTER


Constantino Cavafis (en griego Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης, Konstantinos Petrou Kavafis. Alejandría, Egipto; 29 de abril de 1863 – 29 de abril de 1933)

  Kavafis vuelve a este cuaderno.

Él, viejo poeta de Alejandría que nunca publicó un libro completo. Su poesía procedía de su intimidad. Kavafis fue en vida lo que hoy llamaríamos un «poeta secreto». Es cierto que en sus últimos años se acabó ganando un grupo relativamente numeroso de lectores devotos entre sus paisanos; incluso también entre los distantes griegos «del continente». Pero, salvo alguna publicación anecdótica y dispersa, el resto de su obra (lo que el poeta decidió mostrar) no vio la luz sino a través de hojas ocasionales o ediciones no venales, distribuidas entre amigos y cercanos. 

Desconocido en vida, imperfecto, inconcluso, imposible elegir un solo poema o un manojo de ellos.

Cada vez que abrimos un tomo de sus "Poesías Completas" subrayaríamos tantas: el alcohol, la monotonía, la vida entre placeres reprimidos, la sabiduría de la vejez...Lo homérico, los mitos en los cuartos de pensión, los cafés como mirador desde que contemplar la naturaleza y el paisanaje, paisanaje de seres comunes que son tratados con enorme respeto. 

La soledad, el paso y peso de la Historia. 

En sus poemas breves, se funden los recuerdos de su tierra en su juventud, su angustia por el paso del tiempo, por el deterioro físico y su decrepitud para el amor más carnal.  El alma, la moral pagana y la nueva concepción del hombre que trazó el cristianismo, la fuga y lo permanente; la vida y el arte; el mundo griego y el reconocimiento inquietante de la otredad que supone la figura del bárbaro.

La obra  editada de Kavafis al cuidado de Manuel Ramírez  es una preciosidad. 

En octavo, tapa dura, 

papel biblia, sobrecubierta (con un retrato excelente de un poeta ya en el otoño de su vida), 

firma grabada del autor sobre la cubierta original...  

De la escritura de Kavafis no se sabia apenas nada.

Con E. M. Forster (junto a Henry James, Edith Wharton y Elizabeth Bowen trazan un retrato del universo femenino y una profunda radiografía de la alta sociedad neoyorkina del siglo XIX, que Wharton conocía tan bien. Siempre con ese sentido del humor agudo y cínico que nos encanta, con su voz y estilo inconfundible; Autores y autoras que se pasearon por los últimos momentos de la  época victoriana, y describieron como nadie la mujer en los principios del XX, cuando el mundo occidental empezaban a rezumar olores fabriles e industriales ) destinado en Alejandría, allá por 1.917 comienza la expansión de la literatura de Constantin en Occidente. En 1.951 se publica la primera antología al inglés, 18 años después de su muerte. En 1.961, llega otra, más esmerada, con prólogo de W. H. Auden.

Fue un poeta que continuó la tradición de sus gloriosos antepasados, incluidos los decadentes alejandrinos, "un poeta griego que escribió en griego" y "desde un inevitable presente".

Afirmó: "deseo mirar más que decir" 

y esa "voluntad pictórica"  no se puede negar, tan presente en su obra.

Poeta refinado, culto, sabio ante los reveses de la vida.



Απολείπειν ο θεός Aντώνιον


Σαν έξαφνα, ώρα μεσάνυχτ’, ακουσθεί

αόρατος θίασος να περνά

με μουσικές εξαίσιες, με φωνές—

την τύχη σου που ενδίδει πια, τα έργα σου

που απέτυχαν, τα σχέδια της ζωής σου

που βγήκαν όλα πλάνες, μη ανωφέλετα θρηνήσεις.

Σαν έτοιμος από καιρό, σα θαρραλέος,

αποχαιρέτα την, την Aλεξάνδρεια που φεύγει.

Προ πάντων να μη γελασθείς, μην πεις πως ήταν

ένα όνειρο, πως απατήθηκεν η ακοή σου·

μάταιες ελπίδες τέτοιες μην καταδεχθείς.

Σαν έτοιμος από καιρό, σα θαρραλέος,

σαν που ταιριάζει σε που αξιώθηκες μια τέτοια πόλι,

πλησίασε σταθερά προς το παράθυρο,

κι άκουσε με συγκίνησιν, αλλ’ όχι

με των δειλών τα παρακάλια και παράπονα,

ως τελευταία απόλαυσι τους ήχους,

τα εξαίσια όργανα του μυστικού θιάσου,

κι αποχαιρέτα την, την Aλεξάνδρεια που χάνεις.



El dios abandona a Antonio


Cuando, de pronto, se deje de oír a medianoche

el paso de una invisible comitiva,

con músicas sublimes y con voces,

tu suerte que cede, tus obras

malogradas, los planes de tu vida

que acabaron todos en quimeras, será inútil llorarlos.

Como el que está listo ya hace tiempo, como el valiente,

despídete de ella, de la Alejandría que se marcha.

Sobre todo, no te engañes, no digas que fue

un sueño, ni que se confundieron tus oídos;

no te rebajes a tan vanas esperanzas.

Como el que está listo ya hace tiempo, como el valiente,

como te corresponde por haber merecido tal ciudad,

quédate firme frente a la ventana

y escucha con emoción

–no con las súplicas y las quejas de los cobardes–

el rumor, cual un último deleite,

los sublimes instrumentos de la secreta comitiva,

y despídete de ella, de la Alejandría que pierdes.


Traducción: Juan Manuel Macías, en

 "C. P. Cavafis, Poesía completa"

 Pre-Textos, Valencia, 2015.


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