El denominador poético común



Un escrito pendiente

Hace unos días escribí en este blog una breve crónica de la conversación que sostuvieron Menéndez Salmón y Alejandro Basteiro en el café-librería La Llocura (Mieres), y en el párrafo que cerraba dicho post, pedía paciencia y tiempo para escribir sobre el denominador poético común entre,T. Angelopoulus, A.Tarkovsky y Wenders y otros cineastas para los que su vida era inimaginable sin el cine. 

Las pinceladas sobre el cine del maestro ruso, y el fracaso de la Humanidad que asomaba en las palabras de Ricardo alumbraron este texto que ahora comparto:

Me gusta ver películas en las que hablan lo justo. Proscritas, añejas, semi-ocultas. Planos en lo qué importa es desde dónde se mira la escena. Momentos sostenidos o fugaces que revelan la psicología del personaje o el ambiente de tensión insorportable. Confían siempre en el espectador, y nunca sobrescriben ni subrayan lo que al director/montador le parece importante mostrar.

El guión es el alma, el espíritu y el montaje es como la psicología, los silencios son el corazón que marca el ritmo de la respiración.



En total, escribió más de 100 guiones, fue nominado a un Oscar tres veces (por Casanova '70, Blow-Up y Amarcord), ganó el Mejor Guión en Cannes y el Premio Pietro Bianchi en Venecia, entre muchos otros premios.

Quizá su nombre no les diga nada o sí, se llamaba Tonino Guerra, y era un inmenso poeta que escribió guiones acrisolados. Retratista como pocos de espectros que vagan por un mundo que ya no les acoge y al que no pertenecen. Heridos entre las (ti) nieblas, incurables para las medicinas de su tiempo. Seres atemporales fuera de medidas convencionales.
Extraños para si mismos y para los que les rodean.
Sensibles a la belleza, a aquello sublime que sienten cuando contemplan calmadamenre un mundo que no deja que girar ni de reflejar hermosas imágenes.



 Internado en un campo de prisioneros en Alemania, después de ser arrestado a la edad de 22 años con otros antifascistas de Santarcangelo. Para pasar el tiempo, contó las historias de sus compañeros en "su dialecto" romañol. Salto a Roma, y metamorfosis en forma de guionista para Elio Petri, Antonioni, Vittorio de Sica, Rosi y, por supuesto, Fellini. Después de Nostalgia, Guerra comenzó a trabajar con Angelopoulos, con quien compartía poesía y visión tras un objetivo. Tarkovsky y Angelopoulos herederos de Antonioni se sentaron en la mesa de ese poeta elegante e inmisericorde. Construyeron ásperas miradas de la desintegración de los burgueses, los peligros consumistas que ya acechaban, y que asomaban en sus poemas y que mutaron en imágenes.
Tonino ayudó a que ese arte que va directo al subconsciente, funcione. Hizo que atrapara al espectador y rebuscara entre los escombros del Homo sapiens los restos de una explicación a algunas de nuestras preguntas atormentantes. Lo hizo con la humildad del hombre de campo, para que las frases explicativas sonaran a naturalidad, a verdad desnuda.



No sabemos a ciencia cierta de quién son las palabras que se declaman en una película, ni si los diálogos dejan de ser de los actores para ser de los espectadores. Nunca sabemos que parte del guión lo escribió Tonino o cual escribieron algunos de los directores con los que trabajó. Lo que sí sabemos es que nos han dejado películas que han escrito la Historia del mejor cine. Cine del que salimos transformados, del que tras abandonar la caverna oscura, nos despertarnos de la oscuridad tenebrosa con el fogonazo de las luces blancas de la sala. Una vez detenido el proyector, retumba y resuena en nuestra alma la niebla bañada de un punzante dolor envuelto en paño de algodón; inmensa belleza que ya llevamos incorporada a nuestra sangre. Salimos vampirizados para siempre por esa dosis de ácido que nos corroe las entrañas.

Se nos fueron marchando todos. Theo A.,Tarkovsky , De Sica, Fellini, Manoel de Oliveira,...y tras ellos se fue el gran Guerra  (16 de marzo de 1920, Santarcangelo di Romagna, Italia
 21 de marzo de 2012, Santarcangelo di Romagna, Italia ) 

Nos quedan vivos Win Wenders, Erice, ...y algunos más, únicos caballeros supervivientes de los cuarenta ladrones que filmaban los misterios de esta vida que no alcanzamos a entender. A esos misterios que no sabemos poner nombres. Torpe mente la nuestra que no alcanza a desenredar la niebla que nos impone unas cataratas en los ojos y que nos los frotamos con la ilusión de poder ver el final del silogismo tramposo: "¿Qué fue antes la vida o el sueño de la vida en el útero materno?



Entramos en sus películas para intentar sacudirnos los miedos de adultos, descubriendo que somos los miedos de siempre, los miedos de cuando niños. Y ahí es donde Tonino componía sus guiones como mosaico imágenes. Como si fueran cuentos con terrores oníricos y  experiencias fundacionales. Contienen la vida, o eso queremos creer. Depositan en nuestros iris preguntas, dudas, y pesadillas. La parte más bella, más dura y más hermosa del sentimiento inabarcable de sentirnos perdidos. Las palabras y los silencios de Tonino quizá fuesen la mejor banda sonora.

 El cine de los grandes poetas de la pantalla de los sueños, de Pasolini, de Bergman, de Rosellini, de Visconti, de Scola, perdura por su manera de rociar con vinagre las cuestiones vitales de nuestro pasado, presente y futuro: los vacíos que intentamos rellenar en ese laberinto que es el cruce de caminos en cualquier tiempo,más o menos gaseoso.

 Imágenes que nos sugieren, nos dan pistas, diseccionan el alma humana y nos dan a oler el guiso principal del menú: Igual que el Antiguo Testamento, ese libro que hay que comerse en crudo para digerir la Historia Completa de la Humanidad, o viajar en las sinfonías de Beethoven que contienen todo lo que  componía el genial sordo soñando en sus paseos por la Vía Láctea, desafiando al tiempo y al espacio. Asomado a todo lo que vendría, como Hölderlin  cuando ya señalado por los dioses, paseaba murmurando su desolación, nacida de saber que su amada Suzette había muerto, y vagaba en el bosque de Tubinga bajo la luz de Atenas, entre abetos y virutas.

Tonino condesó lo inabarcable del mundo y lo escribió como lo hacen los poetas, los pocos elegidos dueños de la sencillez y la claridad de lo irrepetible, de lo autentico que perdurará en la memoria de los tiempos.

He escrito aquí de las complejidades del alma, de cine a oscuras, de como la vida sin el asidero del arte es insoportable para ciertas almas sensibles en extremo y perdidas en la fe en las artes.
He hablado de una mudez sosegada en una sala de cine a pesar de estar repleta de gente. De lo mucho de poético que tiene el 7º arte.
He rememorado imágenes, metáfora de los poemas transfigurados en guiones interpretados por genios de la interpretación, dirigidos por príncipes de la cámara  que captura el tiempo, para ejercer de notarios de la memoria.

Somos al final polvo de estrellas, no mucho más. 


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