Confinados


Ryūichi Sakamoto- Solitude

Lo viejo agoniza
y lo nuevo no acaba de nacer.
 Iván Turgueniev



Confinados. Pausados. Ralentizados.


Sin ruidos, sin prisas, concentrados.


Ascendiendo a las cumbres del mundo,


recabamos en el Sanatorio Internacional Berghof , y la enfermedad nos recuerda 


que estamos vivos.




La enfermedad real, atento minutero de la vida.


Frágiles cuando vestimos de enfermos imaginarios.



Infinitos vagamos entre la rutina cotidiana. 


Anestesiados, infantilmente enfadados.


Violentamente enfermamos,


y ahora, en esta inmensa soeldad solidaria,


recluidos en nuestras crisálidas, miramos atrás


y vemos la futilidad vacua que habitábamos aburridamente.


El juego del vídeo viral mutó en virus mortal.



La crisálida contiene el misterio de lo que contiene el tiempo,


nos precipita a disfrutar de los mirlos despiertos 


como si éstos no fueran a amanecer nunca más.



Quizá ya nada vuelva a ser igual,


algunos cimientos quizá no vuelvan.


Los escombros sostienen realidades que parecen castillos de papel.


Antes certezas, ahora retales del pasado puestos en cuarentena


esperan un futuro que el biombo no nos permite soñar.



Volveremos de la ausencia de las prisas,

aclimatados en la soledad verdadera y necesaria


para contemplar las realidades sin cegeras,

no siempre felices, pero serenos,

fundando espacios comunes cimentados 


sobre impresindibles palabras cruelmente olvidadas.



El sueño del telón desplomándose siempre nos acecha.

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