Lentitud, contemplación interior y exterior








"El soñar es sencillo, pero no el contemplar" 

Claudio Rodríguez


"Mira un rato,

sobre el suelo del bosque cubierto de hojas ocres,

esa cáscara de media nuez

llena de lluvia.

No fue la casualidad.

Así nace la armonía"

Javier Sáez de Ibarra



Produce y consume y produce y consume es una ruedas sin fin - tal es el imperativo que gobierna nuestra sociedad biocida. Frente a esa rueda mortífera - la del carro de Moloch-, sabemos que prodríamos conjugar unos pocos verbos salvadores: dejar ser, fluir, nutrir, cuidar, amar. En este libro necesario, Joaquín Araújo nos llama la atención sobre otro verbo necesario - tan necesario- : contemplar.


...En treinta años, en España, hemos pasado de los ejercicios espirituales, en el colegio de curas al coaching empresariales (es decir, a los ejercicios espirituales del Gran Espíritu Capitalista).  A muchos eso les parece un progreso indudable. 

La religión se sustituye por la tecnología, y la política por marketing. El resultado es el degradado y degradante desastre que constituye nuestro presente.

Bulimia de mercancías, de sentidos, de experiencias, de músicas, de libros, de informaciones, de reuniones, de contactos, de emisiones televisivas, de instalaciones artísticas, de sensaciones, de emociones, de catástrofes; y otra vez de mercancías, como la envolvente del conjunto, a prueba de fugas. Una sociedad tan enferma de bulimia que no logra siquiera imaginar a qué podría parecerse la salud. 

Y así, estragados por el extravío y la saturación de estímulos, perdemos de vista los placeres básicos: contemplar. Caminar. Paladear. Hacer el amor. Aprender. " Hay tantas otras voces que intentar escuchar, que probar a entender "


Jorge Riechmann Fernández (Madrid, 24 de marzo de 1962)

Joaquín Araújo Ponciano (Madrid, 31 de diciembre de 1947) 


Fragmento del Texto "La paz que proviene del hábito de la contemplación" (Para acompañar un libro de Joaquín Araújo) de Jorge Riechman.

"El placer de contemplar" de Joaquín Araújo. Prólogo de Jorge Riechman

Ediciones Carena, 2015

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