Peregrinos





Cuaderno de viaje.



El vaso se desborda. No cabe más espera. 

Eternos errantes. Su sol árdeles encima.

Pero parece que desde hace muchos siglos asola más en los rincones olvidados.

Ansiada es la Tierra Prometida para algunos Peregrinos.



La calzada del Norte, única ruta posible, para cruzar los infiernos 

y ganar la Tierra Amiga.

Leones alados lastrados. Abandonados, sin fortuna.



Calzadas empedradas, vetustos mapas rotos. 

Sudores, sufrimientos, daños, espejos quebrados, epifanías. 

Etapas eternas donde mirar a los ojos al hambre 

cuando el rugido de la nada es lo único para comer.



Fulguran en la orilla: alimañas, dragones, alambradas de violencia. 

Humean urdidas violaciones. Pestilencias apestando a Impiedad.

Listado extenso de Enemigos. Billetes de tercera.



El Camino es tránsito para los Náufragos. Balizado por Palacios traicioneros.

Aguas que hoy abren sus fauces, en otros tiempos Mare Nostrum, 

hoy colmado cementerio abisal del alerto Occidente. 

Un mar de salvaje alarido, vacío de barandillas.

Una inmensidad oscura en continuo movimiento. Cayucos de papel. 



Playas, orillas, obscenidad, peregrinos derrotados.

Hambre, oscuridad. Tormenta. Hipotermia. 

Aves del mar, o suerte o el infortunio.

El mar acopia sudores, náuseas, brumas, deseos, quimeras, desgracias, despojos.

La ruta es el ombligo del Mar Mediterráneo: Eritrea – Lampedusa – Finis Terrae.



La Civilización recorre descalza un Camino enlodado y malas hierbas:

Desnutrición, sequias, señores de la guerra, y perentorios augurios.

Reparto desigual de las llaves que abren las puertas 

que no coincide con el predicado del Santo Padre.



Mientras, los náufragos sonámbulos tragan agua del Estrecho, 

respiran coordenadas, y borrascas, 

esperado el amparo generoso de los buques clandestinos.



Sobrevivir al lastimoso Camino.

Amontonados en la barca, que zarandeado entre las ondas 

cruje sordos gritos y golpea.

Ocultos, exhaustos, llegan camuflados. 

Asustados. Desgarrados. Delirando colinas verdes.

Más que viajeros, inconformistas. Náufragos. 



El Camino de verdad. El mundo es real. Traicionero, y apestoso.

Peregrinos en este instante de existencias para nada virtuales.

Venid, atreveos, no os venzáis, avanzad por este, 

que ahora ya es vuestra leyenda.




Profanad las ilusas fronteras trazadas inclementes con tiralíneas nostálgicos 

de los tiempos Imperiales.

Caravanas de estirpes indómitas arroyan ya los arcaicos Caminos Primitivos,

las sendas Invernales, los humilladeros repletos de eternas primaveras.



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