¿Por qué habla tan alto el español? - se preguntaba León Felipe

Por qué habla tan alto el Español
 Recital "Como hace 3000 años..." 
Interpretan: Héctor Alterio 
y José Luis Merlín a la guitarra.


Otra lectura en este confinamiento. En esta cuarentena. 
En este ver desde la distancia la descarnada realidad diaria.

Hoy traigo del olvido de los tiempos al poeta de la rebeldía y del destierro.
El poeta de mi juventud que tanto leí y escuché en una "cinta de casette de Paco Ibañez".
 
Buscando en ese universo ruidoso e inabarcable que es Internet 
descubrí el espectáculo "Como hace 3.000 años..." y allí resonaba de nuevo el olvidado León Felipe.
El rapsoda de las dudas, la ironía, las contradicciones,
 su agria ironía, sus gafas redondas, su barba cana.

"Como hace 3.000 años...", tiene su origen en un poema del escritor argentino Esteban Agüero, en el que “expresa el deseo de que volvamos a lo que hacía Homero hace tres mil años, que recitando poemas congregaba a mucha gente a su alrededor.
 El repertorio del espectáculo pretende ofrecer al público, composiciones originales de Joaquín Turina, Ástor Piazzolla, Joaquín Rodrigo, Francisco Tárrega y el propio José Luis Merlín, que las interpreta a la guitarra.



¿Por qué habla tan alto el español? - se preguntaba León Felipe

...Este tono levantado del español es un defecto, viejo ya, de raza. Viejo e incurable. Es una enfermedad crónica.

 Tenemos los españoles la garganta destemplada y en carne viva. Hablamos a grito herido y estamos desentonados para siempre, para siempre porque tres veces, tres veces, tres veces tuvimos que desgañitarnos en la historia hasta desgarrarnos la laringe.

 La primera fue cuando descubrimos este continente, y fue necesario que gritásemos sin ninguna medida: ¡Tierra! ¡Tierra! ¡Tierra!. Había que gritar esta palabra para que sonase más que el mar y llegase hasta los oídos de los hombres que se habían quedado en la otra orilla. Acabábamos de descubrir un mundo nuevo, un mundo de otras dimensiones al que cinco siglos más tarde, en el gran naufragio de Europa, tenía que agarrarse la esperanza del hombre. ¡Había motivos para hablar alto! ¡Había motivos para gritar!

La segunda fue cuando salió por el mundo, grotescamente vestido con una lanza rota y una visera de papel aquel estrafalario fantasma de la Mancha, lanzando al viento desaforadamente esta palabra de luz olvidada por los hombres: ¡justicia! ¡justicia! ¡justicia!… ¡También había motivos para gritar! ¡También había motivos para hablar alto!
 
El otro grito es más reciente. Yo estuve en el coro. Aún tengo la voz parda de la ronquera. Fue el que dimos sobre la colina de Madrid, en el año de 1936, para prevenir a la majada, para soliviantar a los cabreros, para despertar al mundo: ¡eh! ¡que viene el lobo! ¡que viene el lobo!… ¡que viene el lobo!
 
El que dijo tierra y el que dijo justicia es el mismo español que gritaba hace 6 años nada más, desde la colina de Madrid, a los pastores: ¡eh! ¡que viene el lobo!

Nadie le oyó. Los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho, cerraron todos los postigos, se hicieron los sordos, se taparon los oídos con cemento, y todavía ahora no hacen más que preguntar como los pedantes: ¿Pero por qué habla tan alto el español?

Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: el español habla desde el nivel exacto del Hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porque escucha desde el fondo de un pozo.



Felipe Camino Galicia de la Rosa nació el 11 de abril, de 1884, en Tábara, Zamora.

Poeta de la Generación del 27′, poeta y dramaturgo, traductor de la obra de Walt Withman.

Tras permanecer varios años residiendo y trabajando en México y Estados Unidos, volvió a España poco antes de iniciarse la guerra civil, en la que vivió como militante republicano hasta 1938, año en que se exilió definitivamente a México, pasando a ser agregado cultural de la embajada de la República española en el exilio, única reconocida entonces por el Gobierno de Cárdenas.
Exiliado, olvidado, independiente de muchas de las corrientes literarias de su tiempo.

Murió en Ciudad de México, el 18 de septiembre de 1968.


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