Y yo apenas pude aprender






Veníais ancianas prematuras de la guerra incivil

con el alma sin pétalos.

Con el alma borboteando savia sabiduría.



Una mañana desfiló delante de vosotras el destino,

y fue cuando la Muerte vino y os los arrancó de vuestros brazos.

A los abuelos jóvenes, a los abuelos segados.



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