De verdad, ¿qué importa?
Obertura 1812 de Tchaikovsky
Mirarse en las flores tardías de finales de verano.
Mirar para comprenderse.
Reflejarse para verse sumergido en el infinito del firmamento.
Inhalando las fragancias del paso del tiempo.
Advertir mirando las estrellas
como las noches de agosto
se van acortando; quietud para agotarse.
Aquel año fue la retirada de las tropas del Emperador
que ante el avance de las nieves de las tierras del Zar
congeladas en su coraje olvidaron su Revolución y cesaron el ataque.
Volverán los fríos tras el estrépito de la batalla,
las ascuas consumiéndose camino del otoño.
Trashumantes.
Noches y días,
guerra y paz,
solsticios y equinoccios
tantos muertos, ¿para qué?
Tantos siglos de batallas convulsas, importantes en su denso instante
intrascendentes y tan inútiles unos años luz después.
Cosacos, campesinos, viudas, niños ...todos cercenados.
destinados a ser desvalidos números
polvo cósmico de difuntas listas de eternas diásporas y los genocidios.
Destrozados por el gemido del tiro en la cabeza
resonando el eco de la bomba y la tortura.
Sufrimientos de los que aquí no se salva nunca nadie,
ni los de la pistola en la mano a distancia cercana o remota,
ni los caídos anónimos o envalentonados en defensa de las causas mas efímeras.
¿Verdades o asesinatos?
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