Enero nevado en Japón
En la lista de cosas por hacer
está la peculiar obligación de recuperar el tiempo perdido,
como si en todos esos buenos propósitos
existiera la fórmula infalible para apropiarse del pasado
y volverlo presente continuo.
Ana Merino Norverto
Los buenos propósitos
Visor, 2015
Un Japón nevado, invernal, con sus minúsculas casas tintadas
en blanco y negro,
desprendiendo cazos de vapor de agua caliente y un intenso olor a bambú.
Sus baños, fríos como solo los bosques los son en las noches de enero.
Hurgan suavemente en nuestro asombro de vivir contemplando la noche.
Soñada realidad. La noche se tragó el tiempo sin masticar.
No nos damos ni un respiro.
No nos damos ni un minuto de querernos.
Aburridos es un invento de este infierno de tiempos veloces.
Nada. Hacer Nada. Contemplar(nos) viviéndo(nos)
Huele a todo lo que sudamos.
Olemos a comida, a miedo, a pecados y a inconfesables secretos.
Sabemos al Eterno berrinche de llegar tarde a la Fiesta.
Fiesta vacía que ya no admite ni un último baile.
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