Cuadernos rayados, de Herta Müller

 
 Béla Bartók - Romanian Folk Dances for String Orchestra Sz.56 BB 68 

 Terje Tønnensen, leader Norwegian Chamber Orchestra 
 I. Joc cu bâtǎ (Stick Dance) 00:06 
 II. Brâul (Sash Dance) 01:33 
III. Pê-loc (In One Spot) 02:04 
IV. Buciumeana (Horn Dance) 03:20 
V. Poargǎ româneascǎ (Romanian Polka) 05:05 
VI. Mǎrunţel (Fast Dance) 05:39



Al día siguiente era domingo. Estrené el cuaderno rayado. El primer capítulo se titulaba: Prólogo. Empezaba con la frase: Me entenderás, signo de interrogación.


El tuteo iba dirigido al cuaderno. Y en siete páginas trataba de un hombre llamado T. P. Y de otro con el nombre A. G. Y de un K. H. y un O. E. De una mujer con el nombre B. Z. A Trudi Pelikan le di el nombre supuesto de Cisne. Escribí el nombre de la planta, Koksokhim Zavod, y de la estación del ferrocarril minero, Jasinovataia. También los nombres Kobelian e Imaginaria-Kati. Mencioné asimismo a su hermano pequeño Piold y su momento de lucidez. El capítulo terminaba con una larga frase:

Al amanecer, después de lavarme, se desprendió de mis cabellos una gota que resbaló por la nariz hasta la boca como una gota de tiempo, lo mejor será que me deje crecer una barba trapezoidal, para que nadie más en la ciudad me reconozca.

En las semanas siguientes amplié el Prólogo con tres cuadernos más.

Omití que, en el viaje de regreso, Trudi Pelikan y yo subimos sin previo acuerdo a diferentes vagones de ganado. Silencié mi vieja maleta de gramófono. Describí con exactitud mi nueva maleta de madera, mis nuevas ropas: las balétki, la gorra de visera, la corbata y el traje. Oculté mi llanto convulsivo durante el regreso, al llegar al campo de acogida de Sighetul Marmatiei, la primera estación de ferrocarril rumana. También la cuarentena de una semana en un almacén de mercancías al final de la vía de la estación. Yo me derrumbé por dentro por miedo a mi deportación, a la libertad y a su precipicio más cercano, que cada vez acortaba más el camino a casa. Con mi nueva carne, mis nuevas ropas y las manos levemente hinchadas, permanecía entre la maleta del gramófono y la maleta de madera nueva como si estuviese en un nido. El vagón de ganado no estaba precintado. La puerta se abrió de par en par, el tren entró rodando en la estación de Sighetul Marmatiei. Una nieve fina cubría el andén, caminé sobre azúcar y sal. Los charcos grises estaban helados, el hielo arañado como el rostro de mi hermano cosido.

Cuando el policía rumano nos tendió los salvoconductos para el viaje de regreso, recogí la despedida del campo y sollocé. Hasta casa, con dos transbordos en Baia Mare y Klausenburg, mediaban a lo sumo diez horas. Nuestra cantante Loni Mich se arrimó al abogado Paul Gast, dirigió sus ojos hacia mí y creyó susurrar. Pero yo entendí todas y cada una de sus palabras: Mira cómo llora ése, algo lo supera, dijo.

He reflexionado con frecuencia sobre esta frase. Después la escribí en una página en blanco. Al día siguiente la taché. Al otro volví a escribirla debajo. Volví a tacharla, volví a escribirla. Cuando la hoja estuvo llena, la arranqué. Eso es el recuerdo.

En lugar de mencionar la frase de la abuela, Sé que volverás, el pañuelo blanco de batista y la leche saludable, describí durante páginas, con estilo triunfal, el pan propio y el pan de mejilla. A continuación, mi tesón en el intercambio de salvación con la línea del horizonte y las carreteras polvorientas. Con el ángel del hambre me entusiasmé, como si en lugar de torturarme me hubiera salvado. Por eso taché Prólogo y escribí encima Epílogo. Era el gran fiasco interior de estar ahora en libertad irremisiblemente solo y ser un testigo falso para mí mismo.

Escondí mis tres cuadernos rayados en mi nueva maleta de madera, que yacía bajo mi cama y era mi armario ropero desde mi regreso al hogar.



Todo lo que tengo lo llevo conmigo / Herta Müller ; 

Traducción del alemán: Rosa Pilar Blanco. 

1ª ed. Madrid, Siruela, 2010



Herta Muller nació el 17 de agosto de 1953 

en Nitchidorf, Timis, Rumania, zona germanohablante.

Cursó estudios de filología germánica y rumana en la Universidad del Oeste de Timisoara de 1973 a 1976.

Trabajó como traductora entre 1977 y 1979 en una empresa de ingeniería de donde fue despedida en 1979 por no cooperar con la Securitatea Statului, policía secreta del régimen comunista rumano; desde entonces se ganó la vida trabajando como empleada en una guardería e impartiendo lecciones de alemán.

En 1987, Müller se exilia en Alemania junto su marido, el novelista Richard Wagner y realiza trabajos en distintas universidades.

Su primer libro fue la colección de cuentos Niederungen, publicado en 1982 en Rumania, versión censurada, dos años después se imprimió en su totalidad en Alemania. En ese mismo año se edita Drückender Tango, una crítica contra la corrupción, la intolerancia y la opresión del régimen de Nicolae Ceausescu, por ello se le prohíbe seguir publicando en su país, aunque se le premia en Alemania y Austria.

Todo lo que tengo lo llevo conmigo es el libro más importante de esta mujer que ahonda en las deformaciones del alma humana. Se trata del poético relato de un chico de diecisiete años, miembro de la minoría alemana de Rumania, que es deportado en 1945 a un campo de trabajo ruso en Ucrania, continúa la indagación en la historia de represión y persecución de la minoría alemana bajo el régimen totalitario comunista, que Müller inició con En tierras bajas, La piel del zorro y La bestia del corazón.

Miembro de la Academia Alemana de Oratoria y Literatura de Darmstadt (Deutsche Akademie für Sprache und Dichtung) desde 1995.

En 1997 abandona el PEN Club como protesta por la decisión de reunir las asociaciones de Alemania del Este y del Oeste tras la caída del muro de Berlín.

El 8 de octubre del 2009 fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura, como reconocimiento a su capacidad para describir con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, el paisaje de los desposeídos.


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