Callejón sin salida, Simenón


Ron Grainer's music for BBC TV series performed by Hungarian studio musicians.

Ronald Erle “Ron” Grainer (11 de agosto de 1922 - 21 de febrero de 1981) fue un compositor australiano que desarrolló la mayor parte de su carrera en el Reino Unido. Es principalmente recordado por su música para cine y televisión.



El inició de las novelas, como el final de las mismas, es en muchos autores una mezcla de discurso ya comenzado al que no hubiésemos prestado atención y que súbitamente nos atrapa, nos desconcierta por su extrañeza, nos transmite una verdad diferente por desconocida, por su manera de introducirnos en la voz que nos narra. Nos transmite algo que jamás nadie nos volverá a transmitir de esa manera. Pareciese a veces que ya estuviese anunciando el final y solamente estamos en la primera página. Estamos hablando de las novelas de Georges Simenon, ese descomunal escritor en su obra y en su manera de describir ambientes, personajes y situaciones. Sus arranques de las novelas nos agarran de tal manera, que ya no nos podemos dejar de leerle. Y cierra de esas maneras inconclusas pero certeras, abiertas y justas, nada mentirosas, valientes y directas, honestas con las personas que han sostenido las tramas nada complejas, pero repletas de dilemas éticos, de profundidades humanas, de realidades sin artificio, sin florituras. Lírica y desbroce, ritmo y deformación para darles realidad y riqueza de matices. No busca juzgar, buscar entender, para poder conocer.


En Simenon. Álbum de Vida, editado por Tusquets, en 2003. Escrito por Michel Lemoine y traducido del francés al castellano por Amelia Ros, nos encontramos con un apartado titulado: Comienzos de novelas.


El paseante  (ahora caminante) elige este delicioso arranque de la novela Callejón sin salida, publicada en 1936:

"Las horas, por supuesto, sólo cobran importancia cuando pasan. Esa hora, en ese preciso instante, tenía el color del cielo, un cielo totalmente gris, tanto abajo donde corrían las nubes empujadas por el viento del este, como arriba, donde se adivinaba una reserva de lluvia para días y días".




Personaje excesivo de biografía imposible, Georges Simenon (Lieja, 1903- Lausana, 1989) dejó tras él una obra descomunal, un legado literario del que el comisario Jules Maigret es solo una parte y cuya mirada sigue ofreciendo claves sobre el ser humano de hoy.

Es difícil decir si es más reconocido él, el novelista fenomenal, o su personaje Jules Maigret, el belga triunfador y mujeriego.

Adaptado al cine en decenas de ocasiones (unas 50 solamente en francés), traducido del francés a 56 lenguas, y con miles de artículos en diferentes periódicos, y un millar de reportajes alrededor del mundo. Sus obras completas de ficción se compilan en 103 episodios de Maigret (75 novelas y 28 novelas cortas); 117 novelas conteniendo 25000 páginas.

Simenon propone una intriga simple, con un argumento y personajes definidos, y un héroe dotado de humanidad, obligado a ir al borde de sí mismo, de su lógica.

El mensaje de Simenon es complejo y ambiguo: ni culpables ni inocentes absolutos, solamente culpabilidades que se engendran y se destruyen en cadena. Las novelas del escritor sumergen al lector en un mundo rico de formas, colores, olores, ruidos, sabores y sensaciones que dibuja de tal manera que vives en el ambiente que envuelve a las almas de la historia.

EL caso policiaco es solamente el pretexto, lo de menos es la trama, lo importante en Simenon es como describe cientos de personas, mostrando sus debilidades, contradicciones, pasiones, en situaciones diversas en las que nos entran las dudas, los miedos, las prisas. Quizá, cualquiera de nosotros haríamos los mismo en esa situación desesperada, en la que conducimos a la Muerte a nuestro vecino de arriba, igual que lo hace un protagonista de las novelas de Maigret.


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