Thomas MacGreevy dialoga con el arte en Cuenca










«… me afano en paraje baldío;

a lo lejos, las estrellas giran en el espacio,

a mis pies, susurra la tierra con voz queda.»

Thomas MacGreevy



«Nocturno»


Por fin la tierra anegada y cubierta de árboles,

respira mansamente.

En el hogar

todos reposan.

Solo yo me quedo

al fuego

leyendo…

el periódico…


Me entero

de que los políticos se pelean,

de que, en China,

los obreros hallan paz

en el opio.


Atizo el fuego.


Los lares de Pompeya,

vacíos…


Thomas MacGreevy




Poema original en inglés:


«Nocturne»


Now, the wooded, watered land

Breathes quietly.

In the house

Everyone is at rest.

Only I linger

Over the fire

Reading…

The paper…


I leran

Tath politicians are squabbling.

Tath, in China,

Workingmen find peace

In opium


I take the fire.


Hearts in Pompeii,

Empty…


Thomas MacGreevy

De Civitate Hominum


                                      Para A.S.F.R.


El cielo de la mañana tiene

un resplandor azul invernal.

La tierra es de un blanco níveo,

con su brillo cándido responde a la luz del sol,

salvo donde los obuses han dejado nuevos hoyos,

manchas negras en la blancura:

una composición a la Matisse.


Las sombras de los pálidos tocones

son un blanco más.


Y hay huesos blancos.


El Lago Zillebeke y Hooge,

gris hielo, brillan de otro modo,

como los zapatos argénteos de la modelo.


La modelo es nuestro mundo,

un mundo de lo más perro.

Puede que no lo sepan quienes viven entre guerras

pero sí quienes nos consumimos entre paces

tanto si morimos como si no.


Hace mucho frío

y, entre mi sensibilidad

y mi impecable uniforme de subalterno,

bien podría ser el proverbial gris que pela,

el accesorio de la nature morte.


¡Morte…!

Es la naturaleza muerta la que vive,

y no la carne viva.


Hay flores asesinas, blancas como vellones,

que se despliegan con primor

y envuelven a su piloto

quien, sobrevolando Gheluvelt,

hace un reconocimiento matinal,

todo él de seda y plata

en lo alto azul.


Oigo el zumbido de un motor

y nubes de humo blando que martillean el aire

al desplegarse las flores blancas como vellones.


No sabría decir con qué flor se ha quedado

pero de pronto se siente un temblor,

aparece un zigzag de trazos sobre lo azul

y él se desliza hasta

adentrarse en lo blanco,

una llama delicada,

una pincelada de naranja en el vestido de

                                                                 [la mañana.


En voz baja, mi sargento dice: «¡Dios santo!

Qué muerte tan horrible».


El santo Dios no responde

aún.



De Civitate Hominum


To A.S.F.R.



The morning sky glitters

Winter blue.

The earth is snow-white,

With the gleam snow-white answers to sunlight,

Save where shell-holes are new,

Black spots in the whiteness –


A Matisse ensemble.


The shadows of whitened tree stumps

Are another white.


And there are white bones.


Zillebeke Lake and Hooge,

Ice gray, gleam differently,


Like the silver shoes of the model.


The model is our world,

Our bitch of a world.

Those who live between wars may not know

But we who die between peaces

Whether we die or not.


It is very cold

And, what with my sensations

And my spick and span subaltern’s uniform,

I might be the famous brass monkey,

The nature morte accessory.


Morte…!

’Tis still life that lives,

Not quick life –


There are fleece-white flowers of death

That unfold themselves prettily

About an airman

Who, high over Gheluvelt,

Is taking a morning look round,

All silk and silver

Up in the blue.


I hear the drone of an engine

And soft pounding puffs in the air

As the fleece-white flowers unfold.


I cannot tell which flower he has accepted

But suddenly there is a tremor,

A zigzag of lines against the blue

And he streams down

Into the white,

A delicate flame,

A stroke of orange in the morning’s dress.


My sergeant says, very low, ‘Holy God!

’Tis a fearful death.’


Holy God makes no reply

Yet.


Thomas MacGreevy.

Poesía completa.

Edición bilingüe.

Traducción y notas de Luis Ingelmo.

Presentación de Michael Smith.

Epílogo de Anthony Cronin.

Bartleby Editores. Madrid, 2.013.



Thomas MacGreevy nació el 26 de octubre de 1.893, en el condado de Kerry, Irlanda.

Poeta y crítico irlandés, figura central del vanguardismo en su país y representante del llamado modernismo anglosajón.

Traductor de poesía francesa y española, Mac Greevy fue director de la National Gallery de Dublín y por eso no es una casualidad que en sus poemas aparezcan constantes referencias a pintores y escultores como Grünewald, Picasso, Boticcelli, Berruguete o Juan de Juny, y en otros el eje temático sea La Gioconda o los cuadros de El Bosco, de Giorgione o de Tiziano.

Conoció a James Joyce en 1.942 en París.

En 1.924 se trasladó a Londres, donde conoció T. S. Eliot, y comenzó a escribir para la revista de éste, «The Criterion», entre otras publicaciones; poco después comenzó a publicar sus libros de poesía.

En 1.927, volvió a París para impartir clases de inglés en L’École Normale Supérieure, en la que entabló amistad con Samuel Beckett, y retomó su amistad con Joyce.

En 1.934, publicó «Poems» que se editó en Londres y Nueva York, y que fue muy elogiado por el modernista norteamericano Wallace Stevens, con el que mantendría una duradera amistad epistolar.

Esta sería la única colección que publicó en vida. Desde su muerte han aparecido dos Collected Poems (poesías reunidas), con su obra completa.

Fue director de la National Gallery of Ireland, entre 1.950 y 1.963.

Murió el 16 de marzo de 1.967.


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