Saudade de Tabucchi, 25 de abril

Zeca Afonso - Canto Moço (Filhos da Madrugada)

Giacomo Puccini: Tosca, E lucevan Le Stele



No sé si Tabucchi vivió su vida, pero desde luego si que la escribió. Sus cuentos son crónicas minúsculas y exactas del Mundo desaparecido de mediados del siglo XX; pequeñas obra de orfebre, con aquella sonrisa del hombre cotidiano que sin levantar la voz no deja nunca de expresar las verdades cada vez más abruptas en este siglo XXI surrealista y desquiciado. 

Mitad portugués, mitad italiano amó la tierra de Pessoa y le rindió un hermoso homenaje en ese opúsculo nocturno "Los últimos tres días de F. Pessoa".

He disfrutado tanto con sus libros que no sabría cual destacar. 

Ahora, como no recordar, en estas relecturas de la cuarentena, a ese personaje inolvidable, orondo y tan cinematográfico, el abogado Fernando de Mello Sequeira, sosteniendo diálogos que condimenta por igual con callos muy condimentados, que con un buen habano, y un escocés de doce años. Esgrime un finísimo humor, aderezado con sabores amargos en sus conversaciones con Firmino el joven periodista. Todo ello en la gastronómica ciudad de Oporto.
Todo ello guisado entre trenes y crímenes de Estado.

El personaje de este abogado anarquista, aristócrata, elegante y derrotado, nos recuerda en mucho a aquel viejo periodista de su "Sostiene Pereira". Las dos novelas son hijas de la memoria. Provienen de la necesidad de dar voz y presencia a los que lucharon contra las dictaduras en Portugal, en Italia, en España...El olvido de los jóvenes, empuja a escribir sobre aquellos que tercamente siguieron escribiendo y trabajando en pos de la libertad. Entre el joven Firmino y el abogado se establece una relación que recuerda a la del joven Monteiro Rossi con Pereira. Firmino tiene veinticinco años y prepara un estudio sobre La influencia de Vittorini en la novela portuguesa de posguerra apoyándose en las teorías de Lukács. Los dos, Pereira y de Mello, aman la buena literatura en tiempos faltos de poética.

Palabras, brutalidades, compasión, corrupción, en páginas memorables.

Sus libros son artilugios construidos sobre dos alturas: la altura del paisaje y de la gente corriente.

Sus libros viajaban en tranvía, como paseaba Pessoa,  torpemente elegante,
 mirando tras las lentes del poeta.
Captura en sus páginas lo aparentemente menos interesante, lo real. 
Aquello que es esencia de la vida.

Viajero atento, comprueba, constata, si la gente es feliz, 
y como las nubes altas nos lo cuenta desde
donde mejor se mira: desde los charcos cuando llueve.


Antonio Tabucchi (Pisa, 24 de septiembre de 1943-Lisboa, 25 de marzo de 2012)​

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