Juan Vicente Piqueras

 

 Wagner: Parsifal, WWV 111 - Prelude · 

Wiener Philharmoniker ·

 Sir Georg Solti Wagner: Parsifal

 


Este libro comienza proponiéndonos un juego: ¿Qué hay en una habitación vacía? 

Al responder a esta pregunta en este hermoso y amoroso libro, los versos convocan a vivos y a muertos en conversación, sin dramatismos, Las personas nacemos y desaparecemos, nos sucedemos unas a otras, somos y dejamos de ser. Voces llenas y vacías, un diálogo entre sombras y luces.


La habitación vacía, de Juan Vicente Piqueras.


A Carlos Edmundo de Ory


Era uno de tus juegos preferidos.

¿Qué hay en una habitación vacía?,

preguntabas. Guardábamos silencio.


¿Qué hay en una habitación vacía?


Los que no conocían el juego

tal vez decían: Nada, y tú decías: No.

Nada es nada, he dicho qué.


Hasta que alguien decía, por ejemplo: Silencio.

Y tú decías: Sí.

Y otro decía: Polvo.

Y el juego comenzaba a tomar vuelo.


Unas huellas de pasos en el suelo.

Un fantasma. Un enchufe. El agujero

de un clavo. La penumbra.

El cuadrado que deja en la pared

la ausencia de un cuadro. Un hilo.

Una carta en el suelo.

La huella de una mano en la pared.

Un rayito de sol que entra por la ventana.

Una telaraña. Un trozo

de papel. Una uña. Una hormiga extraviada.

La música que llega de la calle

(¿hay música sin alguien que la escuche?).

Una mancha de humo o de humedad.

Garabatos o pájaros o nombres

o un dibujo de Laura en la pared.


Tú ibas diciendo sí o no.

Tú lo sabías. Eras el inventor del juego.

Tú ya sabías, Carlos, lo que hay

en la habitación vacía donde acabas de entrar.


Era uno de tus juegos preferidos.

-¿Qué hay en una habitación vacía?

-Un fantasma.

-Ya lo han dicho.

-Sí, pero el que yo digo es otro.




CÓMO ESTÁS 


A Margherita y Pino


Morí el martes pasado y nadie se dio cuenta.


El mundo siguió igual, cambiando e inmutable.


No hubo anuncio, tormenta ni huracán

ni nubes que dejaran que entre ellas

se colase aquel rayo de luz que aparecía

en las portadas de los catecismos.


Mi hija siguió sirviéndome el té a la misma hora

y yo sigo tomándolo a sorbos sin sabor

con la pajita que ella coloca entre mis labios.


Mi marido me dijo no te vayas,

y yo ya me había ido.


Las visitas me cogen de una mano.

La otra ya no está aquí.


Me traen regalos que ya no me sirven,

y preguntas que no sé responder.

Cómo estoy, por ejemplo,

o qué tal he dormido, qué me apetece, cosas.


Veo, sin abrir los ojos, cómo mueven los labios.

Dicen palabras que ahuyenten su miedo.


Palabras como éstas.


¿Cómo estás?


¿Cómo has dormido hoy? 


Morí el martes pasado.


Estoy mejor.




EL ALBARICOQUERO QUE YA NO


A Fermín, siempre


Yo creía que el albaricoquero

que crecía en el patio

crecía de la tierra

como todos los árboles.


Y sin embargo ahora me doy cuenta

de que crecía de su corazón.


Murió cuando él murió.


Dejó de respirar y de repente

el árbol se secó.


Su savia era su sangre.


Su copa era su mano

suplicándole al cielo

limosna de la luz,

lluvia, misericordia.


Por eso ya no como albaricoques.

No me saben a nada.




VISTO Y NO VISTO


A los amigos que siguen vivos,

pero han desaparecido,

allá donde estén, con un abrazo póstumo.


La gente tiende a desaparecer.


Un día te hacen reír y al siguiente no están.


Un día te llamaban cada día

para saber cómo estabas,

y ahora ya no puedes ni recordar sus voces.


Un día dijeron siempre

y siempre acabó siendo nunca más.


La gente se parece a los fantasmas.

Aparecen, seducen, crees en ellos,

dan miedo, brillan y desaparecen.


Se van y, de repente, ya no existen,

como si nunca hubieran existido.

Llegas a convencerte de que los has soñado.


Yo soy uno de ellos.


Morir, en nuestro caso,

será una redundancia.




TUMBOS


A mi madre


Desde la tumba del vientre materno

hasta el vientre materno de la tumba

este viaje sin rumbo ni descanso

a través de espejismos travesía

entre dudas y dunas y países

y paisajes y tumbos y maneras

de caminar mirar mover los labios

para decir lo mismo

-el sol la edad la soledad la sombra-

que hace siglos que dicen cada uno en su lengua

los otros yoes que nos precedieron

los que fuimos y somos y seremos en otros

a partir de mañana ya sin yo y sin salir

de este vientre materno que es la vida.



Autor: Juan Vicente Piqueras. 

Título: La habitación vacía.

Editorial Visor. 2022.

Juan Vicente Piqueras nació el 17 de diciembre de 1960 en Los Duques de Requena (Valencia). Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia, ha trabajado como locutor de radio, guionista, subtitulador, traductor y profesor de español para extranjeros. Desde 1988 vive fuera de España. Ha vivido en Francia, en Roma (su ciudad, durante 20 años), en Atenas, en Argel, y actualmente en Lisboa, siempre dedicado a la poesía y a la difusión de la lengua y la cultura españolas. Trabaja en el Instituto Cervantes de Lisboa.

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