Pasolini nunca fue el guardameta, fue defensor de las luciérnagas


Fragmento de la película Caro Diario.

Nanni Moretti (1.993)

Música de Keith Jarrett: The Köln Concert.

(1.975)



“No sé por qué nunca he estado en el sitio en el que mataron a Pasolini”. 
Con esta frase cierra Nanni Moretti el primer capítulo de su peculiar Querido diario, titulado: En mi Vespa. 
La escena está acompañada de la pieza jazzística The Köln Concert de Keith Jarrett, evocando este homenaje con un cierto poso de nostalgía, pena y dolor. Un recorrido respetuoso que Moretti hace en ese último camino que hizo Pasolini y que ahora el director realiza en silencio. Moretti subido en su Vespa nos muestre sus respetos por ese lugar fronterizo; la música de Jarrett amortiza la agonía de Pasolini en aquel olvidado descampado de Ostia, escenario de pachangas futboleras. Ese futbol que siempre disfrutó desde sus contradicciones y escritura.



En todos los lugares 

en los más escondidos y olvidados.

En el centro de Roma o en los arrabales de cualquier ciudad

aparece una portería de fútbol.

Puede que esté arrumbada, sin redes, 

plantada encima de barros, de charcos, de piedras,

con o sin hierba mullida,

oxidada, olvidada bajo el inclemente dios astro.

Es una objeto de culto.


El tiempo ya será otro cuando la franja rectangular 

se llene de gente, de forofos del jugar.

El juego es tan simple 

(Lo de las normas tecnológicas de ahora ya son otro cantar)

que se compone de un balón, 

una portería y la nostalgia de seguir siendo el niño que corría

que jugaba, disfrutaba de una manera sencilla: 

sudar todo el recreo sin dejar de sonreír.

Pureza e infancia. Héroes del álbum de cromos.


Pasolini adoraba el calcio.

Y en el juego aterrizó con su mirada de poeta de los arrabales,

de cineasta provocador, de prosista y ensayista contradictorio: marxista y católico,

sobre el gran ritual 

que congregaba por igual a la inteligencia y al pueblo iletrado,

haciendo un análisis del rito sacralizado de la magia del balompié.

Pasolini adoraba el lenguaje de signos corporales 

con estéticos movimientos;

creativos mágicos jugadores rimadores

que se enfrenta a todos driblando a las defensas previsibles y prosistas.

Sistemas de regate, y de ver lo que nadie ve desde los pies y el alma.


No sé qué opinaría de este futbol entre veintidós millonarios

vendidos al gran negocio de la FIFA.

Mercadotecnia.

Las pasiones del siglo XX 

vistas desde sus vertiginosas carreras por la banda izquierda

de Pier Paolo Pasolini

avisando de la sociedad de consumo 

ya en los años 60.

Él, un tifoso de la osadía del Bolonia,

un defensor del fútbol amateur,

un ser que entendía el arte como juego

el juego como arte.


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