Los reporteros dialogan con el corazón

 Inmanol y Paco Ibáñez interpretan: Bihotza (Corazón)


Otro hueco. Seres humanos a los que se les terminó su tiempo. Ya no los tenemos. 

Están sobrevolando un mundo cobarde. Ángeles desde su máquina de escribir.

Los perdimos de vista. Los dejamos solos. Se les paró el pulso por contar la Verdad.

Son periodistas jugándose el pellejo, en hoteles repletos de metralla, en las selvas africanas, en los países que nadie sabe señalar en un mapa, para que veamos la basura que meten bajo las alfombras.

Así de lejos quieren que los tengamos, para que no podamos sentir cerca otros mundos que casi nunca aparecen en los medios habituales.

Fotógrafos que revelan la verdad, cámaras y escritores que nos narran con su voz tan quebrada, como sincera y necesaria las vidas miserables de los menos visibles, de los Estados más pequeños y olvidados de los 194 submundos de nuestro Planeta.

Reporteros libres y ocultos, que sólo al morir aparecen hipócritamente en noticiarios abriendo los telediarios.

Jugándose la vida para que no les cambien un titular, con casco de guerra, chaleco antibalas, tragandose la saliva, o saboreando la espuma de cerveza si siguen vivos un día más. 

Habitan en el laberinto de la noche, en el miedo, eligiendo la libertad de escribir sin vergüenza ni freno.

No sé si nacieron valientes, sin dudarlo escribían la realidad sin filtros, en los lugares más peligrosos del mundo. En primera línea del fregado. 

Murieron con el oficio de contar entre los dientes. Componiendo documentales para que sepamos que materiales se está construyendo el Planeta del Siglo XXI. Sin ficciones, ni efectos especiales. En carne viva. Quemados por la impaciencia de servirnos el desayuno de realidad cada amanecer en nuestras mesas del Primer Mundo .

Han grabado y producido lo más selecto de la mierda del Planeta: genocidios, yihadismo, terrorismo, narcotráfico, turismo sexual, depredadores de los recursos que están desangrando la Tierra....

No están bien pagados, ni se les propone como ejemplo ético, y son ellos los héroes olvidados. Los que caminan sin hacer alardes, con el deber cumplido. Con la cabeza alta, sin parar de observar para contar las historias de las que de verdad merecen la pena.

Nunca se fueron de los conflictos. Armados o salvajes. Así lo eligieron.

Nunca dudaron en leer, escribir, ver, respirar. No callar. Siempre buscar, resistiendo, sintiendo que estaban allí, lejos, sin arrugarse para que todo saliera dentro de foco. Nunca miraron a otro lado, nunca se conformaron con "cualquier cosa sirve". Ni cuestionándose para qué.

No sigo: busquen y vean aquello que grabaron para contarnos y por aquello que perdieron sus vidas.

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