Roma de Fellini
Paolo Conte - It's wonderful - Via con me
Me gusta soñar con Fellini
caminando por Roma en sus noches blancas de eterno insomnio silencioso,
dejando sus huellas marcadas sobre la ligera nieve.
Envuelto en su abrigo marrón
inconfundible por su bufanda roja
ligeramente enredada entre el viento.
No puedo imaginármelo en pijama
ni tampoco sonriendo.
Va serio, con su sombrero y sus grandes gafas,
y con un elegante bastón de noche. Despistado en la soledad de la Roma inmensa y vacía.
Un rey de Roma sin plebeyos.
Desconozco si dibuja monjas
como hacía Gil Parrondo en la hora del Gin-Tonic.
No sé si persigue al Papa
al llegar al puente que enlaza el Palacio Vaticano con Roma.
Ya con los ojos entre la niebla de enero, más cegados que avizor
confunde los márgenes del Tíber a la altura del Trastevere
con la Esmirna de la enigmática Magali Noël, a la que cree ver del brazo de Nino Rota.
Busca un banco retirado bajo un cedro libanés,
recordándose rodando en Cinecittá.
Cierra los ojos y mueve su mano
despidiéndose de viejos amigos cirquenses,
rodeado de voluptuosas mujeres de pueblo,
y de los Don Juanes de antifaz vividores de la noche.
Ahí, recostado en las calles de su Roma, termina este sueño.
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