El tiempo postergado
ªSi, si el recuerdo, gracias al olvido, no ha podido contraer ningún lazo, echar ningún eslabón entre él y el minuto presente; si ha permanecido en su lugar, en su fecha; si ha guardado las distancias, el aislamiento en el seno de un valle o en la punta de un monte, nos hace respirar de pronto un aire nuevo, precisamente porque es un aire que respiramos en otro tiempo, ese aire más puro que los poetas han intentado en vano hacer reinar en el paraíso y que solo podría dar esa sensación profunda de renovación si lo hubiéramos respirado ya, pues los verdaderos paraísos, son los paraísos que hemos perdido."
En busca del tiempo perdido. El tiempo recobrado, Marcel Proust.
Ventilo la casa, sin perder de vista
las nieblas azuladas que se despiertan
subidas a la melena del valle acuarelable.
subidas a la melena del valle acuarelable.
Y al abrir las persianas
abro el día
y empiezan a escapar,
se van como aviones de papel sin control,
se van como aviones de papel sin control,
los malos sueños, y sus despojos: las pesadillas adheridas a las almohadas.
Sentí evaporarse
a todos los aromas de los libros leídos antes de caer rendido
en ese aquelarre que convocan puntualmente al unísono:
el feroz cansancio y la lunar somnolencia.
El sabor de la tinta se va en un suspiro y pierdo mis montañas de papeles
y se derrumban las siete paredes de mi frágil e imaginaria atmósfera.
Me faltan siempre toneladas de tiempo para leer,
para acabar el enésimo tomo antes de ventilar
la casa cada mañana y perderlo para siempre.
Con ese abrir las esclusas
las cortinas no sujetan y se van los pensamientos
las ideas las ausencias los venenos las locuras las palabras inalcanzables
las frases nebulosas de ese instante de vigilia.
Las más valiosas se desvanecen antes.
Aquellas que solamente los insomnes elegidos
plasmaron en sus páginas antes de clarear.
Pero nos falta el tiempo a todos,
a los libros, y a mis años perdidos,
a todos menos al camelio japonés que lleva siglos como un gigante
atrincherado en el mismo centro de la Tierra.
Él sostenido por el azar,
agita los destinos y sugiere que palabras,
qué capítulos, qué poemas, qué párrafos de lo guardado
se mantienen en medio de la ventisca.
Sus ramas mueren ante vendavales
pero él sigue ahí, por encima de galaxias y agujeros negros de alzheimer.
Es como es: Eternamente Libre.
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